Patagonia: ¿Son compatibles producción y restauración?

Por primera vez para la Argentina, un estudio de la UBA determinó que el pastoreo ovino, actividad clave de nuestro sur, elimina hasta un 90% la costra biológica del suelo, fundamental para la fertilidad de los pastizales. Científicos evalúan alternativas de manejo ganadero.

ovejas en la estepa patagónicaEn regiones áridas como la estepa patagónica, las costras biológicas son fundamentales para mantener la estabilidad, la fertilidad y la hidrología del suelo. Científicos de la UBA detectaron que el pastoreo ovino las degrada notablemente. Foto: gentileza Martín Aguiar

(SLT-FAUBA) La ganadería ovina es uno de los mayores motores del desarrollo económico y social de la Patagonia argentina. En esta región de notable aridez, la producción de ovejas se lleva a cabo extensivamente sobre pastizales naturales y suelos poco fértiles. Un reciente estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) determinó que el pisoteo del ganado puede degradar hasta en un 90% la costra biológica de esos suelos, un conjunto de microorganismos, líquenes y musgos relevante para la entrada de carbono y nitrógeno al sistema. Preocupa a los científicos la ocurrencia de un círculo vicioso en el que la destrucción de dicha costra por el ganado estaría limitando el crecimiento de los pastos forrajeros y, por ende, la producción lanar.

Sergio Velasco Ayuso

“Las costras biológicas fijan carbono y nitrógeno de la atmósfera, por lo que son claves para la fertilidad de los suelos en las regiones áridas” (Velasco Ayuso)

La investigación fue realizada por Sergio Velasco Ayuso, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA, y colaboradores, en la Patagonia extra-andina. Su trabajo se enfocó en estudiar cómo la aridez y el pastoreo del ganado ovino degradan las costras biológicas del suelo. Las biocostras, como también se las conoce, son ensambles biológicos muy relacionados con las partículas del suelo. Entre otras cosas, aportan aproximadamente un 10% del carbono —por el proceso de fotosíntesis— y del nitrógeno que ingresa a esos pastizales.

“Nunca antes en el país se había detectado que las costras biológicas en esta región están muy degradadas. Como sabíamos que las causas principales de este deterioro son la aridez y el pastoreo ovino, investigamos un abanico amplio de combinaciones de ambos factores: entre 100 y 300 mm/año de precipitación y entre 0 y 1.61 ovejas/ha de carga animal. Los resultados demostraron que el pisoteo de los animales es la causa más importante de la degradación de las biocostras, mucho más que la aridez”, señaló Velasco Ayuso, quien es biólogo y ecólogo egresado de la Universidad Autónoma de Madrid y actualmente estudia las biocostras en el instituto IFEVA (UBA-Conicet), en la FAUBA.

En este sentido, el investigador explicó que estas costras cubren el suelo del pastizal como si fuera una piel muy fina y delicada, y que el tránsito de las ovejas al buscar alimento rompe esa piel y entierra los pedazos, que luego mueren. “En las peores situaciones —por ejemplo, al comparar zonas muy pastoreadas vs. otras de la que se excluyeron los animales—, la cobertura de biocostras se ve reducida entre un 80 y un 90%. Por otra parte, en las áreas con menor densidad animal, la disminución es del 50 ó 60%. Este daño, además, repercute claramente sobre varios de los servicios ecológicos que brindan estos pastizales”.

Cuestiones de piel

Sergio Velasco Ayuso le contó a Sobre La Tierra que la importancia de las biocostras radica en los bienes y servicios ecosistémicos que proveen, que se pueden clasificar en tres grandes grupos: estabilidad, fertilidad e hidrología del suelo.

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Detalle de una biocostra cubriendo el suelo del pastizal. El experimento de Velasco Ayuso demostró que el pisoteo del ganado la degrada mucho más que la aridez propia de la estepa

“Por estabilidad me refiero a los primeros centímetros del suelo, que es donde las costras biológicas se desarrollan. Como en esta región los suelos normalmente están formados por partículas con poca cohesión entre sí, arenas en su mayoría, el agua y el viento los pueden erosionar fácilmente. Las costras biológicas cementan esas partículas gracias a ciertas moléculas que liberan —a modo de pegamento natural— y que le otorgan al suelo una resistencia extraordinaria a esos agentes de erosión”.

En cuanto al segundo grupo, la fertilidad del suelo, el investigador comentó que varios de los componentes de esta piel pueden fotosintetizar y fijar nitrógeno del aire, por lo que la cantidad de estos elementos en el sistema aumenta.

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Cuando la cantidad de ovejas por hectárea es alta, la superficie de suelo cubierta por biocostras decrece hasta en un 90% en relación a las áreas no pastoreadas

“A nivel global, se estima que las biocostras fijan al año unos 12 g de carbono/m2, es decir, casi un 10% del carbono que, en promedio, fijan por año las plantas. Es más, este porcentaje aumenta en los desiertos, dado que allí la cobertura de costras es mayor y la de plantas es menor. En cuanto al nitrógeno, que es clave para el crecimiento de las plantas, las biocostras no sólo lo capturan de la atmósfera y lo dejan disponible para la vegetación; al evitar la erosión eólica, también favorecen que no se ‘vuele’ del sistema junto con la fracción más fina del suelo”.

Por último, Sergio Velasco Ayuso sostuvo que en ecosistemas áridos y semiáridos, la infiltración y la retención de agua en el suelo aumentan con el incremento de la cobertura, el grosor y la rugosidad de las costras biológicas. “Si bien los resultados científicos a la fecha muestran que estos efectos dependen mucho de las características de cada sistema en particular, los científicos concuerdan en que las biocostras reducen la evaporación desde el suelo”.

“La degradación que detectamos en estas costras biológicas de la Patagonia es muy preocupante. Está ocurriendo un círculo vicioso en el que el pisoteo de las ovejas deteriora todos los servicios ecosistémicos que mencioné antes, lo cual impacta directamente sobre la producción de los pastos forrajeros que sostienen la producción ovina en la región”, dijo.

Una situación comprometida

trabajando a campo

Los investigadores consideran que el manejo adaptativo del pastoreo puede ser una herramienta virtuosa para estimular tanto la producción ovina como la conservación de las costras biológicas

“Ahora sabemos que las costras biológicas se pueden preservar y recuperar evitando el pisoteo del ganado. Sin embargo, esto no es compatible con la producción ovina, que es el motor del desarrollo económico y social de la Patagonia”, reflexionó Velasco Ayuso, y agregó que como parte de sus investigaciones, él y su grupo están tratando de delinear una serie de medidas de gestión para atender ambas necesidades: potenciar la ganadería y proteger las biocostras del suelo.

“Está claro que no es posible maximizar al mismo tiempo la producción y la conservación de las costras biológicas, pero algo alentador que verificamos en nuestros estudios es que las costras se recuperan rápidamente luego de retirar los animales. Esto nos permite pensar en estrategias intermedias que incluyan períodos de descanso para el pastizal y las costras. En este sentido, creo que el manejo adaptativo del pastoreo podría ser un camino a tener en cuenta”, concluyó.

Acerca del autor

Pablo Roset
Ingeniero Agrónomo, MSc. en Recursos Naturales (UBA), escritor y músico.

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