(SLT-FAUBA) En los pastizales de regiones áridas, donde el agua y los nutrientes del suelo son escasos, el aspecto y el funcionamiento de la parte aérea depende de los procesos que ocurren en la zona radical. Sin embargo, al presente, todo lo que se sabe de este componente “invisible” se basa en el supuesto de que ambas partes responden de manera similar a disturbios como el pastoreo. Hoy, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) cuestionan ese paradigma. Sus resultados muestran que la diversidad y el peso de las raíces de los pastos no se modifican ni siquiera con el pastoreo más intenso, que sí es capaz de eliminar las hojas comestibles.
“Estudiamos campos con distintos tipos de manejo en la estepa patagónica: desde potreros en los que los animales no han entrado por décadas hasta cuadros con pastoreo ovino moderado e intenso. En todos los sitios obtuvimos el mismo resultado: la parte aérea y la subterránea de los pastos responden de manera independiente al pastoreo”, contó Fernanda Reyes, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
“Aun en los campos con pastoreo intenso, donde las ovejas pueden diezmar la parte aérea de los pastos que más prefieren, la biomasa total —es decir, el peso total— de las raíces que cosechábamos fue igual a la que medimos en las otras dos situaciones”, resaltó Gastón Oñatibia, docente de la misma cátedra y becario postdoctoral del Conicet.
El trabajo de Oñatibia y Reyes —en colaboración con Martín Aguiar, profesor de la misma cátedra— fue publicado en la revista Journal of Vegetation Science y cuestiona directamente uno de los supuestos que hasta hoy maneja la ecología de pastizales a la hora de estudiar a campo los sistemas radicales. “Todo lo que sabemos de la respuesta de los pastos al pastoreo, incluyendo la parte subterránea, se basa principalmente en información de la parte aérea. El supuesto que hay detrás es que ambas partes funcionan de forma análoga. Nuestro estudio pone en evidencia que no es así, y que las hojas y las raíces responden de manera muy diferente al pastoreo”, dijo Gastón.
La importancia de lo oculto
Según Fernanda Reyes, quien también es becaria postdoctoral del Conicet, otro de los resultados clave de este trabajo es que la superposición de órganos de diferentes especies es mayor en la parte subterránea que en la aérea. “Mientras en la superficie veíamos una sola especie, por debajo hallamos raíces de entre 4 y 6 especies”.
Para Fernanda y Gastón, en la superficie, la vegetación se comporta de manera más territorial, ya que las plantas casi no se ‘tapan’ entre sí. En cambio, en la parte subterránea se entremezclan y se superponen. Allí, las raíces de los pastos entran en competencia por los nutrientes y el agua del suelo, dos factores que limitan la productividad primaria.
Asimismo, Oñatibia señaló que muchos servicios ecosistémicos, como el secuestro de carbono o el ciclado de nutrientes o agua, suceden en la parte subterránea. Esto pone de manifiesto la importancia de su estudio, ya que al demostrar que el funcionamiento de ambos componentes no es igual, de ahora en más los investigadores deberán mirar bajo la tierra para hacer inferencias más precisas sobre la estructura y el funcionamiento de los pastizales áridos.
La Patagonia, un modelo con ruleros
Los investigadores se refirieron a la posibilidad de utilizar su metodología de análisis en otros ecosistemas. “Creo que podría ser extrapolable, pero entendemos que la estepa patagónica funciona como un sistema modelo. En primer lugar, la vegetación está dispuesta en parches de pastos solos o acompañados de arbustos, y suelo desnudo a su alrededor. Por otra parte, el suelo es muy arenoso y suelto, y en comparación con otros pastizales, el número de especies es bajo. Todo esto facilita la identificación de las raíces, para la cual, por cierto, nos basamos en sus rasgos morfológicos”.
“Nuestro método para extraer las raíces del suelo fue enterrar ruleros en la zona radical. Me refiero concretamente a los ruleros comunes, comerciales. Ya los usamos con éxito en otras oportunidades. Son muy prácticos porque las raíces crecen y se enganchan en ellos, formando cabelleras que se pueden cosechar con relativa facilidad”, puntualizó Fernanda, y agregó: “Seguramente, usar esta metodología en sistemas húmedos como la Región Pampeana, con mayor diversidad de especies y mucha más biomasa, debe ser más complicado”.
La moda en la ciencia
Los jóvenes investigadores abordaron las implicancias de estudiar un tema que, a pesar de ser capaz de tener un alto impacto, no se encuentra entre las temáticas principales de la agenda científica: “Estuve dos años intentando publicar el primer manuscrito a partir de mi tesis de doctorado. Fue un proceso muy duro. Es muy complejo convencer a los investigadores ya asentados de que éste es un tema novedoso y con una metodología sencilla de análisis, como son los ruleros y la clasificación de las raíces por su morfología”, declaró Reyes.
Oñatibia, por su parte, reforzó esta línea: “En otras investigaciones se utilizan métodos moleculares, que son más caros y sofisticados, para identificar especies a partir de las raíces. En general, a nosotros no nos creen que somos capaces de identificarlas por su morfología, mientras que casi ni se cuestiona que se identifique a una especie por sus hojas o flores. Debimos rendir exámenes para probar que nuestros métodos artesanales y los datos que obteníamos eran correctos. Con nuestra metodología obtuvimos una precisión superior al 90%”.
“Poder publicar nuestras investigaciones enriquece nuestro trabajo e investigaciones como jóvenes investigadores. Por fortuna, hoy en día me están llamado colegas desde otras facultades que estudian otros ecosistemas como mallines y otras estepas”, finalizó Reyes.
Si el diseño del trabajo y la metodologia dan resultados, luego lo que cuenta es el tamaño de muestra y repeticiones. Son muchos los que deben justificar con resultados las inversiones que se hacen. Estos mètodos alternativos, dan cuenta que no siempre es indispensable gastar mucho para comprender la naturaleza. Felicitaciones. Adelante.