(SLT-FAUBA) Luego de dos siglos de explotación minera, los habitantes de un pueblo ubicado al este de la provincia de San Juan viven expuestos a un ambiente muy contaminado. Investigadores de la UBA y otras instituciones advierten sobre el peligro al que están expuestos, aunque reconocen que en la comunidad no perciben el problema e incluso utilizan los residuos de la actividad para construir sus casas, lo cual agrava la situación.
Se trata de La Planta, una localidad de apenas 20 familias que se levanta en medio de un paisaje árido rodeado de residuos con metales pesados, entre otros, distante a 150 kilómetros de la capital de la provincia de San Juan, desde donde cada semana deben recibir agua potable. Las primeras advertencias de contaminación surgieron con la muerte del ganado caprino, que se cría en la zona, y un llamado de atención por parte del director de la escuela.
Ante esta situación, hace tres años se conformó un grupo de investigación integrado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), el INTA y la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan, que desde entonces viene realizando un diagnóstico del área para avanzar en el estudio de los efectos negativos provocados por la actividad minera y en el desarrollo de tecnologías para el tratamiento de residuos sólidos y efluentes.
“La pluma de contaminación se podía ver a simple vista, observando el suelo de color anaranjado, cercano a la planta de tratamiento abandonada. A pesar de haberse extendido por más de 2 km, la dinámica de los metales y sales fue baja porque se movieron aguas arriba debido a la topografía del terreno, y sólo cuando hubo precipitaciones”, detalló Brian Young, investigador de la cátedra de Química Analítica de la FAUBA y del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA), del INTA Castelar, al referirse a los primeros trabajos llevados a cabo por el grupo de estudio. Al respecto, explicó que se analizaron 30 metales pesados en el lugar y que luego apuntaron a trabajar con aquellos que se hallaron en mayor concentración en los residuos mineros ubicados en los suelos de la zona, como arsénico, cobre, plomo y zinc.
“Pudimos comprobar cómo se redujo la abundancia y la riqueza de la vegetación. Además, encontramos una elevada toxicidad aguda y crónica en organismos acuáticos y terrestres expuestos en condiciones de laboratorio, lo cual podría estar relacionado al contenido de metales y sales en los suelos donde se depositaron los residuos. A su vez, estos metales se encontrarían biodisponibles debido a los bajos valores de pH”, afirmó.
Young adelantó que, si bien se prevé continuar con los estudios, los resultados obtenidos hasta ahora indican que existen altos niveles de contaminación en la localidad de La Planta, los cuales representan un riesgo para la salud de las personas y el ecosistema. No obstante, indicó que los habitantes de este lugar mantienen una percepción positiva de la minería y que, para abordar la problemática y proponer soluciones, va a ser necesario trabajar en conjunto con esta comunidad y profesionales de otras disciplinas.
“Queremos generar una posible solución teniendo en cuenta las opiniones de todos los actores sociales involucrados, utilizando herramientas de investigación participativa. En este sentido, buscamos incorporar el punto de vista de la comunidad, así como de las distintas áreas de la ciencia, de los organismos nacionales, provinciales y municipales que determinan las políticas necesarias”, dijo Young, quien se desempeña como docente en la materia Química de la Contaminación y Toxicología, de la licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA.
Un pueblo minero
La localidad de La Planta nació en el siglo XIX con la instalación de la mina de oro en Marayes, y recibió su nombre por el rol que cumplió hasta mediados del XX, cuando se abandonó definitivamente la actividad: “Allí se encontraba la planta de tratamiento de la roca extraída”, informó Young.
Además, señaló: “La primera empresa minera que trabajó en el lugar extraía oro con mercurio y, luego de diferentes procesos, los residuos se arrojaban alrededor de la instalación y cerca del río, que era fundamental porque la actividad requiere mucha agua. Muchos años después, otra empresa utilizó los residuos dejados para tratarlos con cianuro y terminar de sacar todo el oro. Los desechos de ambas mineras quedaron en la zona y, con el tiempo, los habitantes del lugar fueron naturalizándolos”.
Actualmente, los montículos de residuos acompañan la vida cotidiana de La Planta sin que sus habitantes adviertan sobre el riesgo que representan: “La percepción de esta comunidad es muy diferente respecto de la que poseen otros pueblos vecinos, que se encuentran organizados contra la actividad minera. En este caso, incluso consideran que los residuos son materiales útiles porque son muy maleables y los utilizan como adobe para la construcción de sus casas”, dijo el investigador.
Más pruebas
La investigación analizó diferentes aspectos del área involucrada en la actividad minera para establecer un diagnóstico inicial: “Se realizó el muestreo de suelo, agua y vegetación a cargo del INTA Castelar, la Estación Experimental del INTA San Juan y la Universidad de esa provincia. Desde el INTA Castelar y la FAUBA también aportamos un estudio ecotoxicológico usando organismos acuáticos y terrestres, con el objetivo de establecer una línea de base antes de proponer alternativas de intervención”, comentó Young.
El proyecto también sirvió para avanzar en el desarrollo de diferentes tesis de grado de las estudiantes de Ciencias Ambientales Rosario Calabró, Yanina Lema y Pamela Milani, quienes están analizando aspectos particulares relacionados con las consecuencias de los residuos mineros. “Mediante estudios ecotoxicológicos se determinaron efectos agudos y crónicos por la exposición de organismos del suelo, como invertebrados (lombrices) y vegetales (lechuga y rabanito), a los residuos mineros. En este sentido, se estudió la relación de distintos parámetros biológicos (mortalidad, crecimiento, estrés oxidativo, contenido de clorofila) con la biodisponibilidad y bioacumulación de los metales más concentrados”.
Estas pruebas también involucraron a organismos acuáticos. Para ello se realizó una caracterización físico química de aguas y elutriados (extractos acuosos preparados con muestras de los suelos de la zona, que liberan compuestos solubles al agua, simulando el efecto de la lluvia: lixiviación y escorrentía). En estos estudios se trabajó con una batería de bioensayos de toxicidad representativos del ambiente acuático a nivel de algas, daphnias (micro crustáceo que se alimenta de algas) y un pez nativo que se alimenta de ellas, para analizar la dinámica en una cadena trófica completa. Se evaluaron efectos agudos y crónicos, contemplando diversos parámetros biológicos, tales como mortalidad, crecimiento, estrés oxidativo y daño al ADN.
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Gracias desde ya y sigan así, pues van muy bien.¡También compramos el bolsón de verduras de hoja!
Josefina
que puede sembrar la gente del lugar, para su consumo diario. veo que hay mucha contaminacion. hay alguna posibilidad de vegetal o frutal que prospere. quiero ayudar.