(SLT-FAUBA) En todo el mundo, las actividades agrícolas y ganaderas están concentradas sobre todo en áreas de pastizal. En estos sistemas, la productividad de la vegetación se ve afectada al introducir ganado o al cambiar el balance de nutrientes de los suelos. La situación se complejiza debido a que los pastizales reciben cada vez más nutrientes, por ejemplo, a través de la fertilización, y esto podría resultar en problemas de sobrepastoreo en el futuro. En una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en la Región Pampeana se fertilizaron áreas de un pastizal bajo uso ganadero y se encontró que allí el ganado consumió más forraje que en sitios sin fertilizar, reduciendo la biomasa vegetal hasta en un 70%. Señalan que a futuro, los pastizales podrían degradarse si no se revisa la cantidad de animales en los campos, ya que la llegada de nutrientes aumentará por la mayor contaminación atmosférica.
“A nivel mundial y en la Argentina, los pastizales son los ecosistemas más transformados por la actividad humana, ya sea al realizar ganadería o agricultura. Por eso es clave estudiar cómo impactan los diversos manejos agronómicos sobre los pastizales, con la idea de mejorar su sustentabilidad. En particular, yo investigué de qué manera responde la biomasa vegetal a la fertilización y al pastoreo en un campo ganadero de la Pampa Deprimida”, explicó Sofía Campana, docente e investigadora de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
“Al día de hoy, se sabe que la biomasa vegetal en pie —es decir, excluyendo las raíces— disminuye cuando hay ganado y aumenta cuando se agregan nutrientes por medio de la fertilización, pero se desconoce en profundidad qué pasa cuando estos dos factores actúan al mismo tiempo”, comentó Campana, y se preguntó si al combinarlos predomina el efecto de alguno de estos factores o si se anulan mutuamente.
En este sentido, a partir de su trabajo publicado en la revista científica Applied Vegetation Science, Sofía remarcó: “Encontramos que el pastoreo de una vaca cada 2 hectáreas redujo más de un 50% la biomasa en pie en las parcelas experimentales, en comparación con las no pastoreadas. Esta disminución alcanzó un 70% cuando el pastizal se pastoreó y se fertilizó anualmente con 10 g de nitrógeno, de fósforo y de potasio por metro cuadrado, lo que equivale a 100 kg/ha de cada nutriente. Las diferencias se apreciaban a simple vista en el campo”.
La investigadora señaló que sus resultados tienen un vínculo estrecho con la forma en que el ganado elige su alimento. “Las vacas consumieron 10 veces más biomasa vegetal en las parcelas fertilizadas. Allí, la vegetación duplicó su productividad y las hojas presentaron una mayor concentración de nitrógeno y de fósforo —23% y 209%, respectivamente—, en relación con las no fertilizadas. Parece que el ganado elige y consume más pasto en los sitios del pastizal con mayor productividad y con vegetación más nutritiva”.
“En el corto plazo, la idea de fertilizar y pastorear pastizales parece tentadora. Sin embargo, nuestros resultados sugieren que este manejo puede ser perjudicial a mediano plazo”, advirtió Sofía, y afirmó que el incremento del consumo animal puede resultar en un sobrepastoreo si no se le presta atención, ya que luego de un pastoreo muy intenso se reduce notablemente la biomasa vegetal. Esta reducción podría afectar la posterior recuperación de la productividad del pastizal. Por otra parte, la fertilización tiene consecuencias negativas sobre la diversidad y la composición de la vegetación. Agregar nutrientes suele reducir la capacidad del agroecosistema de sostener su productividad ante sequías o inundaciones.
Ante problemas globales, redes internacionales de ciencia
Laura Yahdjian, investigadora del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA, UBA-CONICET) y coautora del artículo con Sofía Campana, alertó que, si bien la fertilización de pastizales no es una práctica difundida en la Región Pampeana, los nutrientes llegan constantemente a los suelos como consecuencia del aumento de la contaminación atmosférica. “En las próximas décadas, cada vez más nutrientes se depositarán en los agroecosistemas de todo el planeta. Por ejemplo, el nitrógeno está incrementando su concentración en el aire y está pasando al suelo a través de deposiciones atmosféricas. Además, puede llegar desde campos vecinos fertilizados por escurrimiento superficial o subsuperficial”.
“Por eso, es clave investigar qué cambios puede generar el aumento de los nutrientes sobre la productividad, la diversidad y el carbono de los suelos de pastizales”, indicó Laura, quien también es docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA, y añadió que con ese objetivo, hace más de 15 años se creó The Nutrient Network —o NutNet—, una iniciativa en la que se integran datos de más de 100 pastizales de todo el mundo, realizados con los mismos diseños experimentales, protocolos de medición y dosis de fertilización. Los y las investigadoras que trabajan en estos ecosistemas pueden aportar y comparar sus resultados, y contribuir a aumentar el poder de las generalizaciones que producen los trabajos de la red.
“La idea de la NutNet es conocer las distintas respuestas de los pastizales del mundo al aumento de los nutrientes y analizar los orígenes de las diferencias. Además, es un espacio valioso para intercambiar experiencias y escuchar diversas formas de hacer ciencia en estos sistemas. La red tiene reuniones anuales y desde la FAUBA hace casi 10 años que aportamos conocimiento para abordar esta problemática global que tendrá múltiples impactos a nivel local”, concluyó la investigadora.
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