(SLT-FAUBA) El buen manejo es básico para disminuir el estrés del ganado y así aumentar su productividad y sanidad. Sin embargo, ¿incluye este manejo una comprensión cabal de la psicología animal? Temple Grandin —Ph.D. en Ciencias Animales y profesora de la Universidad del Estado de Colorado, Estados Unidos— ha desarrollado una visión única al respecto. “Una de las grandes diferencias entre seres humanos y animales estriba en que mientras nuestro pensamiento se basa sobre una combinación de lenguaje y sentidos, el de ellos ocurre sólo como una sucesión de impresiones sensoriales. Las personas verbales, capaces de razonar de forma abstracta y poco visual, tienen dificultades para ‘entender’ a los animales. Por eso, es clave que quienes se dedican a la crianza y al manejo del ganado conozcan y comprendan su comportamiento natural para brindarle bienestar, facilitar el trabajo y evitar accidentes”, afirma Grandin, cuyas pautas de manejo y diseños de mataderos se usan en todo el mundo y en más del 50% de los ranchos de Estados Unidos.
“Como autista”, afirma Grandin, “mis pensamientos suceden en imágenes, como si proyectara un vídeo en mi mente. El ganado piensa de manera similar”. Así, su propia experiencia le ha servido para conectarse como nadie con los animales y para diseñar instalaciones y prácticas de manejo que aseguren su bienestar. ¿Cuáles son sus innovaciones e ideas más importantes? A continuación las resumimos tal y como ella las expuso en la charla que brindó en la Facultad de Agronomía de la UBA en ocasión de ser nombrada Doctora Honoris Causa.
Pero entonces, muévelo
Temple Grandin es una gran observadora. Si bien los principios básicos del manejo del ganado son conocidos, su sensibilidad y agudo poder de observación la han llevado a reformularlos o a generar otros más novedosos, centrados en los animales. “Los operarios necesitan aprender a mover el ganado usando reglas apropiadas como la zona de fuga y el punto de balance del animal para inducirlo a caminar hacia adelante o hacia atrás.
Como si tuviera ojos en la nuca, el ganado puede ver casi 360 grados sin girar la cabeza (ver esquema). El área circular que abarca con su mirada fue definida por Grandin como zona de fuga y representa un espacio personal de cada animal: cuando alguien ingresa a la zona, el animal camina, y viceversa. Su tamaño es variable, se agranda al ponerse nervioso (o cuando alguien se acerca de frente) y se achica al relajarse, o dentro de una manga, o cuando una barrera se interpone con los humanos. Por esta razón, una persona ubicada al límite de la zona de fuga podrá mover con facilidad el ganado —sobre todo cuando está tranquilo— pero sabiendo que acercarse demasiado puede causar el pánico y la huida de los animales, y que alejarse de la zona hace que detengan su marcha.
El punto de balance se encuentra a la altura de los hombros del animal. Todas las especies de ganado avanzarán si el ganadero se ubica detrás de este punto y retrocederán si se coloca adelante. Por otra parte, todas las especies que viven en manadas caminan en círculos alrededor de las personas y, además, en sentido contrario. Entonces, para mover a un grupo de animales en cierta dirección, el ganadero debe caminar en la dirección contraria a la que éstos desean. Por el contrario, caminar en la misma dirección hace que el movimiento sea más lento. Con estos principios simples, Grandin revolucionó las prácticas de manipulación del ganado para hacerlas más eficientes para el productor y buenas para los animales. En un gran número ranchos de Estados Unidos, estas prácticas han logrado moverlos de forma más segura y rápida, e hicieron innecesario el uso de punzones eléctricos.
Manso, tranquilo y acostumbrado
Al igual que en los humanos, el miedo es una gran fuente de estrés. Sin embargo, “el manejo gentil del ganado en instalaciones bien diseñadas lo minimiza, mejora la eficiencia y mantiene una buena calidad de carne. Como los animales recuerdan sus experiencias previas, tratarlos con calma desde pequeños facilita su manejo en el futuro”, sostiene Grandin. Al sentir miedo, el ganado libera a la sangre cantidades importantes de la hormona cortisol. En ovejas, por ejemplo, se determinó en ranchos de Australia y Nueva Zelanda que la manipulación inadecuada del rebaño duplicó los niveles de cortisol en relación a prácticas estresantes como la esquila y, además, la carne de la faena resultó oscura. En vacas lecheras acostumbradas al buen trato en los galpones se registraron niveles muy bajos de esta hormona, en comparación con los que presentaban, a campo abierto, las vacas que habían sido marcadas. También ha sido documentado que asustar a una vaca (o pegarle) puede reducir la producción de leche un 10%. Por otra parte, Grandin indica que el manejo tranquilo de los cerdos en el matadero, minimizando el uso de los punzones eléctricos, aumenta la calidad de la carne y, por ende, la proporción de la faena diaria que se puede exportar.
Las prácticas antes mencionadas son claves para reducir el estrés, siempre y cuando se las combine con los otros consejos que esta investigadora ha introducido en los sistemas de producción de carne. Entre ellos figuran…
Eliminar las distracciones. Los animales son muy curiosos y pueden distraerse (y detenerse) por muchos factores: manchas de sangre en el piso, un pedazo de papel suelto en la manga, gente o vehículos moviéndose, gritos, sombras y contrastes de luces, reflejos, sogas y/o cintas colgando, ráfagas de viento, olores extraños, cambios de pisos en su camino, etc. Todas estas novedades deben ser removidas.
Evitar lesiones y contusiones. Es imposible tener un manejo humanitario y eficiente con pisos resbaladizos; deben tener surcos. En las instalaciones, los portones, cercos y mangas deberán tener superficies lisas, sin salientes ni ángulos agudos, para evitar cortes en cuero y carne. Lo mismo vale para cercas y puertas rotas. En Estados Unidos, las contusiones, magulladuras y machucones en novillos y vaquillonas le cuestan a la industria de la carne vacuna un dólar por cada animal vendido (aproximadamente 22 millones de dólares por año).
No sobrecargar el corral de encierro. Ya sea para cerdos como para vacunos, sólo debería llenarse entre la mitad y tres cuartos de su capacidad total ya que éstos necesitan espacio para girar.
Acondicionar el ambiente. En los corrales de espera, tanto el calor excesivo como el frío provocan una caída de la calidad de la carne faenada. Se deberá implementar equipos de frío/calor para mantener una temperatura adecuada. Esto es particularmente importante en cerdos.
Construir instalaciones bien iluminadas. Los animales se mueven hacia áreas iluminadas. Si el interior de un galpón es muy oscuro, no entrarán. En las facilidades ya construidas se pueden implementar ventanas cenitales y claraboyas.
Mover animales en grupos pequeños. Esto es clave para introducirlos en los camiones: las rampas nunca deben estar ocupadas en más del 50% de su capacidad.
No dejar animales aislados. Un animal que queda solo puede entrar en pánico en cuestión de segundos y al querer reunirse con su grupo se torna peligroso para la gente.
Lento es rápido. Cuando los operarios hacen movimientos bruscos, los animales se asustan y el manejo se dificulta. El movimiento debe ser deliberadamente lento.
Mantenerse fuera del punto ciego. Si el animal no puede ver a quién tiene detrás de su cola, lo más probable es que trate de patearlo.
Reducir el ruido. Los sonidos metálicos y los golpeteos en general. En las puertas se debe emplear gomas y burletes para amortiguarlos. También las altas frecuencias de las bombas hidráulicas. Grandin introdujo el uso de música para enmascarar tales ruidos.
Las innovaciones introducidas por Temple Grandin han cambiado en todo el mundo la forma de manejar y sacrificar el ganado, de tal manera que el proceso se cumpla lo más humanamente posible y que los animales entren al matadero en calma y sin miedo. Su trabajo ha tenido repercusiones en todas las instancias de la cadena de producción de carne, desde el campo hasta el feedlot y los mataderos. En la actualidad, la investigadora continúa su trabajo con líderes de la industria (como Cargill y McDonad’s), promoviendo que la carne que compran se ajuste a sus estándares de calidad. Como ella misma lo ha manifestado, “es una maravilla ver que cada vez hay más interés en el manejo de la hacienda sin estrés”.
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