(SLT-FAUBA) Pese al gran crecimiento de la agricultura en la Argentina, aún existen reservorios de vegetación nativa con un alto grado de conservación que pueden encontrarse incluso en el medio de la Región Pampeana. Un trabajo reciente publicado en la revista científica Journal of Applied Ecology, advierte sobre la necesidad de preservar estos sitios valorados por su biodiversidad.
“Está claro que tenemos que producir alimentos, pero también necesitamos que esos sistemas coexistan con otros donde se preserven comunidades de especies nativas para contribuir a la diversidad del paisaje”, dijo Pedro Tognetti, autor del trabajo de investigación junto a Enrique Chaneton, ambos docentes y miembros del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA), de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y el CONICET.
Entre otros aspectos, las investigaciones de la FAUBA buscan comprender el proceso de pérdida de diversidad en los pastizales de la Pampa Interior a partir del estudio de los sitios donde prevalecen especies nativas, ubicados sobre algunas vías abandonadas del ferrocarril, en las banquinas de las rutas, en caminos internos, en las esquinas de los potreros y en otros rincones del campo.
“Las especies nativas son una fuente valiosa de información genética que en gran medida aún no conocemos. Algunas de ellas tienen funciones clave en el sistema porque son refugio de polinizadores y otros organismos benéficos. Además, estos espacios son un refugio para la biodiversidad, y los sistemas que son más ricos en especies generalmente funcionan mejor y son más estables”, afirmó.
Los ensayos publicados en la revista científica se realizaron en la localidad de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, en una zona donde se hace agricultura desde hace, al menos, 100 años. “Allí encontramos verdaderos reservorios de biodiversidad en las vías del ferrocarril y en algunos caminos internos que preservan una larga lista de especies nativas e insectos difíciles de hallar en otras zonas”, señaló Tognetti, quien también es docente del departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la FAUBA.
Según el investigador, “las prácticas agronómicas más comunes, como el pastoreo, el arado y el fuego, amenazan seriamente la persistencia a largo plazo de estos sitios, que son los únicos donde se conservan ensambles completos de especies nativas”. Por eso es necesario manejarlos con precaución y protegerlos.
A favor de las nativas
Los estudios de la FAUBA también determinaron que los cambios en el uso del suelo favorecen el dominio de las especies exóticas en el paisaje. Este fenómeno se estudia bajo el concepto de “sucesión”, referido a cómo se modifica una comunidad de plantas una vez que deja de existir un disturbio generado, por ejemplo, por la agricultura.
Según la bibliografía existente hasta el momento, una vez que desaparece un disturbio provocado por la agricultura, el sistema debería volver a su estado original. Es decir, los cultivos de grano o de forraje serían reemplazados espontáneamente por especies nativas. Pero los ensayos de la FAUBA encontraron resultados diferentes: “Los pastos nativos del pastizal pampeano no aparecieron. En cambio, el paisaje se transformó en un pastizal donde dominan plantas exóticas como sorgo, raygrás, festuca y gramón”.
“En los refugios de pastizal nativo vimos que en los sitios con más disturbios se incrementó la dominancia de plantas exóticas. En cambio, un disturbio muy leve, como un corte anual, favoreció la aparición de una gran diversidad de pastos nativos”, dijo Tognetti, y agregó: “Como norma general, encontramos que los refugios de especies nativas se han ido degradando hacia un nuevo sistema dominado por pastos exóticos. Sólo que la velocidad de ese proceso varió en función de las prácticas de manejo”.
Los investigadores de la FAUBA y el CONICET destacaron la necesidad de “cuidar las zonas buffer que separan las áreas refugio del entorno agrícola que las rodea y de ser precavidos con los manejos que ahí se aplican. El desafío es manejarlos de un modo adecuado para que las especies nativas persistan en el paisaje y que no sean sólo sitios no cultivados dominados por especies exóticas invasoras como la festuca alta o el sorgo de alepo”.
Al respecto, recomendó diseñar paisajes agrícolas que tengan zonas de cultivos y corredores biológicos donde se conserve la diversidad para el beneficio de todo el agroecosistema. Estos aspectos conforman otras líneas de grupos de investigación de la FAUBA que buscan conciliar la producción agropecuaria con la conservación de la biodiversidad.
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