(SLT-FAUBA) El acelerado desmonte del Chaco Seco argentino parece no tener freno. Día a día, el bosque cede terreno frente a opciones más rentables como la soja, el maíz o las pasturas para ganadería, que cambian radicalmente el ecosistema. En este contexto, investigadores del INTA, del GEA (UNSL-CONICET) y de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) señalaron que hoy los productores no dudan en remover la vegetación original para implantar cultivos o pasturas. En términos ecológicos y agronómicos, la mejor opción es el maíz, que aun en el extremo más árido de la región duplica al resto en productividad. Sin embargo, la soja es el preferido por su margen económico elevado.
“Trabajamos en el Chaco Seco y el Espinal, donde llueve entre 900 y 400 mm por año. Por sus distintas adaptaciones al ambiente, esperábamos encontrar que los cultivos produjeran más sólo en las partes más húmedas, las pasturas en las intermedias y el bosque natural en el extremo más árido. Para nuestra sorpresa, vimos que no era así: en todo ese rango climático, el maíz produce el doble de biomasa (ver recuadro) que resto de los cultivos, el bosque y las pasturas. Incluso, es el que más rinde en grano, y en proteína es apenas inferior a soja. Esto demuestra el potencial del maíz como alternativa para disminuir los impactos del desmonte”, afirmó Francisco Murray, estudiante de doctorado en la Escuela para Graduados de la FAUBA.
En su investigación, publicada en la revista Agricultural Systems, Francisco y sus colaboradores compararon cuánta biomasa producen los cultivos, las pasturas y el monte, en las 45 millones de hectáreas del Chaco Seco y el Espinal Occidental en la Argentina, Paraguay y Bolivia. “La frontera agrícola avanza con paso firme hacia zonas de mayor aridez, aun a pesar de las reglamentaciones. Dada la gran fragilidad de estos ambientes, los beneficios económicos podrían ser menores si se tienen en cuenta loselevados riesgos de degradación”, puntualizó Francisco.
“En la realidad, la soja se termina imponiendo por cuestiones económicas, pero desde lo ecológico y lo agronómico vemos que no es una opción adecuada. Es decir, las rentabilidad de la soja lleva a que los productores opten por este cultivo, que produce menos biomasa y alimento respecto al óptimo, que es el maíz. Esto compromete y reduce de forma innecesaria la sustentabilidad y el potencial productivo de todo el sistema”, explicó el investigador.
Murray, quien es técnico del INTA San Luis, llamó la atención sobre el pobre desempeño del bosque natural. “El bosque tuvo la menor rentabilidad y rinde agronómico en toda la región. Nuestras estimaciones indican que habría que aumentar un 70% la producción ganadera bajo el bosque para igualar a las pasturas. Por lo tanto, creo que es clave desarrollar tecnologías adecuadas para manejar el bosque, como ralear selectivamente o generar bioenergía, o implantar forrajeras bajo el dosel. Es paradójico: esta intensificación permitiría revertir la degradación histórica por sobreexplotación. Es más: al reducirse la brecha económica, los esfuerzos de conservación del bosque natural remanente se simplificarían”.
Economía, decisiones y paradojas
“Está claro que a la hora de tomar decisiones, la sustentabilidad y los márgenes económicos de estas alternativas entran en conflicto”, sostuvo Murray, y añadió: “Existe un gran contrasentido: en el Chaco Seco y el Espinal se puede cultivar perfectamente el maíz, cuya producción de biomasa y grano es excelente; sin embargo, la soja, mucho menos sustentable, le gana en rentabilidad y por eso es el cultivo principal”.
Según hizo notar el investigador, el costo elevado del transporte inclina la balanza hacia la producción de soja. “En nuestro estudio trabajamos junto con una economista, quien nos ayudó a ver, entre otras cosas, que el precio de los granos de soja es tan alto que los productores pueden hacer frente al costo del transporte por carretera, que, con más de 500 km hasta el puerto, es muy elevado. Si este costo se redujera al 50%, por vía fluvial o por trenes, por ejemplo, el maíz equipararía a la soja en su resultado económico”.
Además, Francisco aclaró que los costos de la semilla de maíz limitan la difusión del cultivo en la región. “Al tratarse de híbridos transgénicos, las semillas de maíz resultan 30 veces más caras que el valor del grano cosechado. Esta es una desventaja clave respecto del cultivo de soja, en el que la semilla sólo cuesta el doble del grano cosechado. Si se implementaran subsidios o se elaboraran nuevas regulaciones al respecto, la brecha entre los márgenes económicos del maíz y la soja podría disminuir”.
“Otra alternativa para posicionar mejor al maíz frente a la soja es industrializarlo localmente. Agregarle valor en la región permitiría transportar un producto elaborado, con un retorno mayor. Otra posibilidad es usarlo para alimentar ganado. Todo esto aumentaría la proporción de superficie con maíz vs. soja en las áreas desmontadas y le daría más oportunidades a la sustentabilidad del ecosistema”, agregó Murray.
En cuanto al predominio inicial de las pasturas en los desmontes, Francisco destacó que la ganadería encuentra su lugar en regiones más remotas por el bajo costo logístico y de transporte, siempre y cuando la tierra sea abundante y los productores locales puedan maximizar el retorno por cada peso que se invierte, y no por hectárea. “A medida que la región se vaya saturando de inversión y la disponibilidad de tierra baje, la agricultura será cada vez más atractiva como opción”.
“La biomasa son los tejidos que las plantas elaboran a partir del carbono del aire, los nutrientes del suelo y la energía del sol. Las distintas especies vegetales producen diferentes tipos de biomasa, que varían en sus contenidos energéticos según cuánta fibra, aceite y proteína poseen. Eso debimos tenerlo en cuenta porque si no la comparación habría sido desigual; por ejemplo, a la soja le demanda más ‘esfuerzo’ producir su biomasa que al maíz o a los pastos. El papel que cumple la biomasa es clave para el funcionamiento de los ecosistemas. Entre otros roles, puede cubrir el suelo y así evitar la erosión, es fuente de alimento (forraje) para los animales, es el aporte principal de materia orgánica al suelo, sirve de protección y hábitat para la fauna, cumple funciones de regulación hídrica, etc. Para nuestro trabajo, elegimos la producción de biomasa como indicador ecológico porque también es relativamente fácil de medir”, dijo Murray.
Por último, el investigador remarcó que: “La región que estudiamos es única puesto que representa una de las últimas porciones significativas de tierra agrícola a nivel mundial, y por ello sufre el conflicto entre el crecimiento económico y la conservación. Creemos que el conocimiento que surge de nuestro trabajo puede ser relevante para elaborar futuras reglamentaciones y tomar decisiones políticas. De hecho, muchas de las limitantes que identificamos son estructurales o tecnológicas y, por lo tanto, potencialmente solucionables”.
Hola Francisco, quería hacerte dos consultas respecto a ésta nota publicada sobre tu trabajo:
– Primero quería preguntarte por qué razones el cultivar maíz en vez de soja en zonas del Chaco y del Espinal, podría ser una mejor alternativa para disminuir los impactos del desmonte, a qué impactos específicamente te referís y cuáles de tales impactos cuantificaste.
– También quisiera saber a qué denominás sistema sustentable, o sea qué dimensiones de un dado sistema consideraste para considerarlo o no sustentable.
Gracias, saludos.
Hola Daniela, desde el punto de vista del impacto ecológico únicamente evaluamos la capacidad de producir biomasa de las distintas alternativas, incluido el bosque original, por las razones mencionadas en el recuadro de la nota.
Para evaluar la sustentabilidad relativa de las distintas opciones se trató de integrar esta perspectiva ecológica junto con el de la producción de bienes/alimentos y la rentabilidad económica.
Saludos.
Daniela, Francisco
Sin embargo, el impacto en otros servicios, como conservar flora, fauna, “paisaje de bosque” etc inevitablemente será grande (y además el manejo de la fertilidad será un componente a atender). De allí la importancia de desarrollar sistemas ganaderos competitivos que estén integrados al sistema boscoso y, extendiendo el concepto, a todos nuestros pastizales naturales, procurando multiplicar sus servicios.
Sin duda Jorge, y en este sentido muy atinadas las preguntas de Daniela. Si bien la capacidad de mantener la producción de biomasa es un proceso ecológico esencial, otros aspectos como los que vos mencionas son también fundamentales. Y no solo a nivel ecológico, sino también respecto a la multiplicidad de factores y sistemas alternativos no contemplados que también hacen en la sustentabilidad.
Aun así, creo que los resultados pueden aportar a las discusiones sobre el desmonte, y sobre cambios de uso del suelo en general.
Qué espanto,chicos! Soy Cs.Sociales, es de terror lo que sucede en los campos del país..ustedes,como profesionales, saben que la via Agroecologica es posible.gracias.