(SLT-FAUBA) La caldera del planeta está encendida, y el aumento de la temperatura obedece largamente a las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) provenientes de las actividades humanas. Por fortuna, aún existe un margen para mitigar este impacto: un estudio realizado en los Estados Unidos determinó que la emisión de tales gases en el medio agropecuario puede reducirse hasta un 50%. ¿De qué manera? William Parton, ecólogo e investigador de la Universidad del Estado de Colorado (CSU-EE.UU.), visitó la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y explicó cómo la implementación de ciertas prácticas de manejo alternativas reducirían el aporte de la agricultura al calentamiento global.
“Hemos investigando en profundidad la forma de reducir las emisiones de gases con efecto invernadero provenientes de las actividades agrícolas y pecuarias, y pienso que existe un potencial para reducirlas sensiblemente respecto del estado actual. La clave para lograrlo es aplicar lo que llamamos buenas prácticas de manejo: básicamente, labranza cero, dietas más digestibles para el ganado y fertilizantes de liberación lenta”, le comentó el investigador al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra.
Parton, un pionero en el desarrollo de modelos de simulación de ecosistemas, estimó las emisiones de GEI (es decir, dióxido de carbono, óxido nitroso y metano) en las Grandes Llanuras de Estados Unidos, desde 1870 hasta el presente. Esos resultados le permitieron proyectar hacia el futuro cuánto se podrían reducir dichas emisiones, y así se lo explicó a SLT: “Estudiamos todas las fuentes de GEI, incluyendo la agricultura, la ganadería, el riego, la producción de fertilizantes y el uso de vehículos rurales. Encontramos que unas pocas buenas prácticas de manejo reducirían a la mitad las emisiones de óxido nitroso, un 30% las de metano, y permitirían almacenar adicionalmente entre 100 y 500 kg de carbono/ha al año en cultivos de secano e irrigados, respectivamente”. Este trabajo fue publicado en la prestigiosa revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences).
Un manejo que se amiga con el ambiente
Para el investigador, las buenas prácticas no afectarán los rendimientos; por el contrario, la producción será más sustentable y habrá menos emisiones de GEI. “Se puede hacer una diferencia importante con cambios relativamente simples. Por un lado, la labranza cero reduce la evaporación; los cultivos dispondrían de más agua y los suelos almacenarían más carbono. Por otro lado, dado que la principal fuente de metano son los animales, una dieta a base de pasturas ricas en nitrógeno (con mayor proporción de alfalfa) aumentaría la eficiencia de la digestión y, por lo tanto, reduciría la emisión de este gas”, señaló.
El uso de fertilizantes de liberación lenta sería otra práctica clave para mitigar los flujos de GEI desde las actividades agropecuarias, sobre todo en el cinturón maicero de los Estados Unidos, donde anualmente se aplican 150 kg/ha (el triple que en la Argentina). “En esta región, la mitad de los productores fertilizan en otoño porque les resulta mucho más barato. El problema es que hasta la siembra del maíz, en primavera, ocurren pérdidas a la atmósfera como gases de nitrógeno, además de que las lluvias arrastran el fertilizante a las napas y a los ríos. Existen evidencias científicas de que los fertilizantes de liberación lenta reducirían en parte esas pérdidas. En Argentina, sin embargo, la situación es distinta: predomina la siembra directa, se fertiliza mucho menos y gran parte de la ganadería se hace a campo. Por lo tanto, las estrategias de mitigación aquí tendrían un impacto menor”, contó Parton.
Las emisiones se pueden calcular
“Estados Unidos, como todos los países firmantes del Protocolo de Kioto, debe realizar un inventario anual de las emisiones de gases con efecto invernadero. Ese inventario está controlado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Sucede que en vez de emplear la metodología propuesta por el IPCC, en EE.UU. se utiliza otra más simple y exacta, disponible online. Ésta se basa en el modelo de simulación DayCent, desarrollado por el mismo Parton para sus investigaciones. Lamentablemente, esa versión no sirve para la Argentina”, le comentó a Sobre La Tierra Tomás Della Chiesa, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA.
“Cada farmer puede calcular las emisiones de GEI de su campo. Entra al sitio web donde está DayCent y cargando muy pocos datos puede averiguar qué cantidad de gases de efecto invernadero está emitiendo”, dijo Parton. Luego añadió: “El programa le pide la ubicación del campo para poder extraer de una base de datos toda la información necesaria sobre suelos, clima y uso de la tierra. A partir de allí, el productor ingresa su manejo actual (por ejemplo, las rotaciones, si aplica compost o fertilizantes orgánicos, las fechas de aplicación, de siembra, etc.) y propone prácticas alternativas. Con esa información, el programa estima cuánto podría reducir sus emisiones de GEIs”.
Sin embargo, no todo es color de rosa: implementar las buenas prácticas posiblemente implicará costos mayores. En este sentido, el investigador sostuvo: “Si bien el compromiso con el ambiente existe, los productores sólo adoptarán masivamente las nuevas tecnologías y manejos cuando existan incentivos económicos para reducir las emisiones de GEI. Estados Unidos está trabajando en eso, pero no en plazos inmediatos”.
Medir a campo para validar los modelos
Para Della Chiesa, quien también es estudiante de doctorado en la Escuela para Graduados “Alberto Soriano” (FAUBA), aún se deben realizar más investigaciones para probar que la adopción de buenas prácticas de manejo puede disminuir las emisiones de GEI. “Las reducciones predichas surgen de modelos de computación y deben ser verificadas en sistemas de producción reales. De hecho, ya se sabe que en algunos sitios de EE.UU. no han funcionado bien. Es muy riesgoso extrapolar los resultados de las simulaciones”, afirmó Tomás.
En Estados Unidos, las mediciones de GEI a campo las realiza la GRACEnet, una red de experimentos perteneciente su Departamento de Agricultura (el USDA, equivalente a nuestro INTA). Este proyecto incluye 30 sitios en los que se registran las emisiones de distintos manejos agropecuarios. Entre otros objetivos, la GRACEnet busca generar información sobre las emisiones de GEI, necesaria tanto para productores como para encargados de tomar decisiones. “Existen otros países. En Australia, por ejemplo, han implementado programas de monitoreo continuo de emisiones. Allí, las predicciones de nuestros modelos funcionan muy bien”, sostuvo Parton.
“En la Argentina existe la Red Nacional de Medición y Evaluación de las Emisiones de Óxido Nitroso en Ecosistemas (Red-N2O), coordinada por Gervasio Piñeiro, profesor de la cátedra de Ecología en la FAUBA”, dijo Della Chiesa, miembro de la red. “Uno de los objetivos de la Red-N2O es, a partir de datos medidos a campo, calibrar el modelo DayCent para estimar con precisión las emisiones en la Región Pampeana y en todo el país. Tenemos nueve sitios de muestreo de GEI, con énfasis en el óxido nitroso. Dos de los sitios están en el noroeste (en Tucumán y Salta), y los restantes siete, en la Región Pampeana. Como usamos un protocolo estándar, nuestros resultados son comparables con los de otros ecosistemas. Estamos en el buen camino”, añadió.
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