(SLT-FAUBA) En su informe del 20 de febrero, la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) afirmó que aunque las lluvias de mediados de enero permitieron revertir las condiciones de sequía en gran parte del área agrícola nacional, sobre todo en la Región Pampeana, en el noreste del país, la sequía no sólo persiste, sino que se intensifica. A su vez, los incendios afectaron gran parte del territorio de las provincias de Corrientes y Misiones, donde las pérdidas económicas y ecológicas son alarmantes. Las predicciones indican que el fenómeno de ‘La Niña’ continuaría hasta entrado el otoño.
“La sequía extrema en Corrientes, además de generar grandes pérdidas en las producciones de cultivos regionales como té, arroz, yerba mate y plantaciones de cítricos, también afecta notablemente a la ganadería, ya que es evidente la escasez tanto de forraje como de agua de bebida”, puntualizó Adela Veliz, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA.
La investigadora añadió que la sequía es un factor clave en el desarrollo de los incendios. Según el informe del INTA difundido el viernes 18 de febrero, el área quemada total en Corrientes asciende a 785.338 hectáreas (ha). La provincia posee 482.215 ha de plantaciones forestales —70% con pinos y 30% con eucaliptos—, de las cuales se quemó el 4%. Esto significa que la superficie incendiada aumentó más de 2,5 veces respecto del informe del 7 de febrero. Sin embargo, el área más afectada por los incendios corresponde a los humedales, con 460.000 ha quemadas. Según el último reporte del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, en Corrientes se mantienen ocho focos activos y dos contenidos. Las pérdidas en la provisión de servicios ecosistémicos son incalculables.
“Misiones es otra provincia mesopotámica que transita condiciones similares. Allí se declaró la emergencia para los sectores forestal y agropecuario afectados por sequía o por incendios en todo el territorio provincial. A su vez, la provincia de Formosa presenta condiciones de sequía extrema, al igual que el norte de Chaco y el noroeste de Santa Fe”, señaló Veliz, quien es coautora del informe con Liliana Spescha y María Elena Fernández Long, docentes de la misma cátedra.
Según Liliana Spescha, “también hay que tener en cuenta que, sumado a la escasez de precipitaciones, otro factor fundamental fueron las temperaturas elevadas que ocurrieron en la ola de calor de enero en algunas estaciones del norte del país. Por ejemplo, en Corrientes tuvo una duración de 13 días —del 14 al 26 de enero—, con máximas que alcanzaron los 42,6 °C. Y durante febrero continuaron registrándose anomalías positivas de las temperaturas máximas. Esto determinó valores muy altos de evapotranspiración, que intensificaron todavía más el déficit hídrico”.
Para graficar la situación, Spescha se refirió a la evolución del almacenaje de agua del suelo en dos estaciones representativas de las zonas afectadas por la sequía en la provincia de Corrientes. “Tanto en Mercedes como en Corrientes, los niveles de reserva vienen disminuyendo desde principios del verano. Incluso, en esta última estación también los niveles de almacenaje fueron deficitarios desde el invierno hasta bien entrada la primavera. Allí se registró el mínimo histórico de almacenaje del suelo, con un valor de 64,4 mm, cuando el récord anterior era de 1985”.
Lluvias oportunas en la Región Pampeana
“En gran parte de la Región Pampeana, las precipitaciones de la segunda quincena de enero contribuyeron a aumentar el contenido de agua útil del suelo. Si bien estas lluvias mejoraron la condición de los cultivos de segunda y de los tardíos de primera —tanto de maíz como de soja—, no fueron suficientes para los lotes de primera, que en general atravesaron sus etapas críticas de floración —cuando se definen los rendimientos— bajo los efectos del déficit hídrico”, explicó Fernández Long.
Al respecto, la docente aclaró que hay que tener en cuenta que esa es una descripción general del estado de los cultivos, que presentan distinta condición según la fecha de siembra, los materiales implantados, las prácticas de manejo, los cultivos antecesores, la localización, la topografía, etc. “Sin embargo, a la fecha, se observa un desecamiento en casi toda la región. Estimaciones preliminares de sectores privados indican una reducción en la producción de maíz, que alcanzaría los 51 millones de toneladas —casi 3% por debajo de la campaña anterior—, mientras que la soja disminuiría hasta llegar a los 42 millones, un 10% menos que en 2020/2021. Estas cifras probablemente se ajustarán al acercarse el final de la campaña”.
“¿Qué podemos esperar?”, se preguntó Fernández Long a modo de cierre. “Hoy, definitivamente, el panorama no es alentador. ‘La Niña’ sigue instalada y no disminuirá su efecto tal como se esperaba. El consenso de los organismos que monitorean esa actividad para definir la influencia de ‘La Niña’ proyecta, en su informe del 18 de febrero, un lento ascenso de los valores en transición hacia la neutralidad y pronostican un retorno a la neutralidad recién para abril, con una probabilidad del 60%”.
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