(SLT-FAUBA) Si bien la generación de basura nos acompaña desde el comienzo de la civilización, recién en el último siglo empezamos a considerar la disposición de los desechos como un problema. La Ciudad de Buenos Aires (CABA) y el Área Metropolitana (AMBA) producen 550.000 toneladas por mes de residuos, que son dispuestos en pocos rellenos sanitarios y en una cantidad de basurales informales a cielo abierto cercanos al Río de la Plata, fuente de agua potable para los porteños.
Para los analistas, la cantidad de basura que generamos es un indicador de calidad de vida, aunque el impacto ambiental parecería no entrar en sus ecuaciones. Expertos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) confían en la educación para revertir esta realidad.
Destino final: el ambiente
Los rellenos sanitarios están pensados para evitar la contaminación del subsuelo, por lo que constituyen la mejor alternativa para disponer residuos sólidos urbanos (RSU). Así se lo explica a SLT Nadia Mazzeo, ayudante primero de la cátedra de Ecología (FAUBA): “En Argentina, el mejor medio para disponer la basura son los rellenos sanitarios, ya que tienen una cobertura impermeable que sirve de barrera para los líquidos lixiviados. De esta forma se busca evitar la contaminación. El problema es que el CEAMSE posee pocos rellenos sanitarios y recibe una inmensa cantidad de residuos: 18.000 toneladas por día. La CABA y parte del AMBA disponen la basura en el relleno Norte III, en José L. Suárez, que está prácticamente colapsado. En el conurbano bonaerense funcionan otros dos rellenos sanitarios (González Catán [al oeste] y Ensenada [al sur]), mientras que el de Villa Domínico ya fue cerrado”.
Esta realidad hace que sigan existiendo formas de disposición final más económicas pero menos sustentables como los basurales a cielo abierto y los microbasurales, donde los residuos se queman tanto natural como intencionalmente. “Esto también es frecuente en municipios pequeños de todo el país, a pesar de que la Ley Nacional 25.916 promueve la erradicación de basurales a cielo abierto y el reemplazo por basurales controlados o rellenos”, explica Nadia, al mismo tiempo que manifiesta su preocupación por el ambiente.
“Quemar basura de forma no controlada, además de producir malos olores, libera al ambiente productos químicos muy tóxicos, como las dioxinas (que causan problemas de reproducción y desarrollo, afectan nuestro sistema inmunitario, interfieren con las hormonas y provocan cáncer). Además, estos basurales contaminan los suelos y los terrenos vecinos”, le explica Mazzeo a SLT. Según el Atlas de la Basura que editaron en 2008 el Centro de Información Metropolitana (CIM) y la Facultad de Arquitectura de la UBA (FADU), la mayor cantidad de sitios de disposición de residuos en la CABA y el AMBA se encuentra a 200 m de los cursos de agua (principalmente las cuencas Matanza-Riachuelo y Reconquista). Esto magnifica el impacto sobre la salud y el ambiente.
La basura como indicador
Para la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de La Nación (SAyDS), la cantidad de residuos que generan los habitantes de una población es un indicador de desarrollo sostenible y de comportamiento de los consumidores. Al respecto, Nadia reflexiona: “Si bien uno esperaría encontrar una relación directa entre el crecimiento de la población y la cantidad de desechos, en los últimos años se observa que tanto en la CABA como en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) esto no se verifica. Mientras la población se mantiene relativamente estable, la producción de RSU aumenta. Lo que sí se verifica es que la cantidad de residuos generados crece a la par del PBI. Por esta razón se la considera un indicador de hábitos de consumo y de poder adquisitivo”.
En este sentido, SLT consultó a María Semmartin, directora de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA, quien advirtió que “entre 2001 y 2010, la proporción de residuos plásticos aumentó un 5%, a expensas de la de desechos alimentarios. Es razonable pensar que hoy se consume más comida rápida, y que, en consecuencia, se descarta una cantidad enorme de envoltorios, bandejas cubiertos y vasos. Lo mismo sucede con las bolsas del supermercado o con el uso masivo de envases no retornables de bebidas. Claramente, estamos generando más residuos de lenta degradación, con las consecuencias ambientales que esto acarrea”.
Mirando hacia delante
Tal como lo manifiesta la SAyDS, no existe en Argentina un sistema de información que registre la generación, recolección, recuperación y tratamiento de residuos. Para Nadia Mazzeo, quien también integra el programa Manejo Integral de los Residuos por el Ambiente (MIRA-FAUBA), este es uno de los principales problemas que enfrentamos. “A nivel nacional, la falta de información sobre esta problemática imposibilita una planificación organizada y adaptada a cada contexto en particular. La caracterización, el tratamiento y la gestión de los residuos varían según se trate de municipios rurales o urbanos, según su tamaño poblacional y la distribución de la población en el territorio, entre otros aspectos. Sin datos sobre cantidad y composición de los residuos generados por cada sector de la comunidad, así como sobre las distintas corrientes de tratamiento existentes, es muy difícil realizar planes a futuro.”
“Por suerte —continúa Mazzeo— existe una preocupación por encarar una solución al tema del manejo de los residuos a través de la educación formal. En la CABA se le está dando cada vez más importancia; por ejemplo, existe el programa Escuelas Verdes, además de muchas actividades y cursos de formación para docentes en temáticas ambientales. En el resto del país también sé que existen iniciativas en varios municipios. Por otro lado, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial ha desarrollado un manual de sensibilización comunitaria y educación ambiental de libre acceso para los docentes de todo el país que quieran desarrollar en el aula el tema de los residuos.”
Estimular la toma de conciencia sobre el cuidado del ambiente y educar el manejo racional de los residuos urbanos son dos actividades que la FAUBA lleva adelante a diario. “La separación en origen busca no descartar materiales que al ser reciclados puedan volver al sistema de producción como materias primas. A esto apunta el programa FAUBA Verde, que funciona en la facultad sobre la base de nuestros propios residuos: papel, vidrio, cartón, metales. Lo separado es donado a la Cooperativa El Álamo. Por otra parte”, prosigue Nadia, “desde 2008 existe el programa MIRA, que tiene por objetivos promover en la facultad y en su zona de influencia, el cuidado y la preocupación por el ambiente, y motivar e instruir sobre el consumo de productos menos contaminantes, sobre la reutilización y el reciclaje de los residuos y sobre sus formas de clasificación y disposición. Además, MIRA brinda capacitaciones para alumnos y docentes que busquen iniciar un plan de separación en origen o realizar proyectos en la temática”. Por último, la docente le contó a SLT que en el mes de agosto, MIRA participó con un vídeo de divulgación en Festival Internacional de Cine Ambiental ‘Green Film Fest 2015’, donde fue distinguido entre los 10 mejores cortos del certamen.
FELICITO POR ESTA INICIATIVA DE CONCIENTIZACION, ESPECIALMENTE EN LAS ESCUELAS DONDE LOS CHICOS TERMINAN EDUCANDO A LOS PADRES, BUENÍSIMO, ADELANTE.
Es muy importante la concientizacion, el cambio comienza por nosotros mismos!! Ya que somos los productores de desechos!!