(SLT-FAUBA) El diseño del paisaje surgió como una disciplina académica a mediados del siglo XX. Sin embargo, el uso de conocimientos y mecanismos del funcionamiento del paisaje fueron poco tenidos en cuenta a la hora de proyectar nuevos desarrollos urbanísticos, viales, agropecuarios e incluso turísticos. Según los especialistas, muchos de los problemas actuales, que llegan a transformarse en catástrofes, tienen origen en ese desconocimiento.
Así se refirió Rolando León, profesor emérito de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y director de la carrera Planificación y Diseño del Paisaje, que comparten esa institución con la Facultad de Arquitectura de la UBA, durante la conferencia plenaria pronunciada en la sesión inaugural del último Congreso Internacional de la Federación de Arquitectos Paisajistas, “Pensamiento en acción”, que también ofreció recientemente en la FAUBA.
León mostró diferentes ejemplos de urbanizaciones y llamó la atención sobre los emprendimientos inmobiliarios desarrollados en las últimas décadas sobre los valles pluviales de los ríos Reconquista y Luján, entre otros, caracterizados por la falta de planificación y de una visión sistémica que involucre a la ecología del paisaje.
“Durante mi niñez, cuando viajaba de Matheu a Victoria (localidades de la provincia de Buenos Aires) en el ferrocarril Mitre, para ir a la escuela de San Fernando, cruzaba el valle pluvial del Río Reconquista. Era un cauce totalmente inundable, con tierras de bajo valor productivo porque allí sólo se podía tener una oveja cada tres hectáreas. Años más tarde, entre 1945 y 1950, pude apreciar cómo esos terrenos se iban transformado en áreas urbanas, y mucho después, cuando regresé al país tras formarme en el exterior, encontré que mi escuela era un refugio para los inundados de esas urbanizaciones que se habían levantado sobre el valle”, recordó el profesor de la FAUBA, quién también es investigador del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA), de la FAUBA y el CONICET.
“Cuando se producen lluvias excepcionales, el Río Reconquista vuelve a tener un cauce como lo tuvo hace muchos años, con inundaciones que ocupan el valle entero, a ambos lados de la Ruta 9”, apuntó, y agregó: “Las inundaciones que hoy se producen en los partidos bonaerenses que están sobre el valle del Río Reconquista son consecuencias de haber hecho obras sólo teniendo en cuenta el rédito económico, sin advertir que se hacían sobre un paisaje con un funcionamiento particular, que era inundable”.
“La falta de planificación del paisaje ha costado 50 años de salvataje poblacional”, consideró, y subrayó que otras inundaciones recientes también fueron consecuencias del mal manejo del paisaje. Tales son los casos de La Plata, en 2013, y la cuenca baja del Río Lujan, en 2015.
Al respecto, citó dos trabajos que llamaron la atención sobre el delicado equilibrio de los humedales y se adelantaron a las catástrofes producidas en estos sitios, escritos por Eduardo Malagnino (en 2011) y Jorge Morello y Silvia Matteucci (en 2006). Además, recordó que en 2013 el Senado de la Provincia de Buenos Aires aprobó la Ley que declaró la emergencia hídrica en la cuenca del Río Lujan. Aunque la falta de planificación sigue siendo una tarea pendiente.
“Los countries no son los únicos responsables de esa situación. En la zona afectada, también está ubicada la ciudad de Luján, cuya fundación es anterior a 1810. Pero en la actualidad no se justifica que repitamos los mismos errores de hace más de 200 años”, sostuvo León.
Paisaje, una realidad viva
“El paisaje no es una fotografía, no es algo lindo ni feo. Es otra cosa”, afirmó León, y explicó: “Para la ecología, el paisaje es una realidad viva que tiene una estructura y un funcionamiento. Tiene un régimen hídrico (que en Buenos Aires aumentó de 800 mm anuales a 1200 en las últimas décadas) y diferentes elementos, como el río, la barranca, la vegetación y el hombre, con procesos que están en continuo cambio”.
Durante su labor como docente, León realiza todos los años viajes de formación con los alumnos de la licenciatura en Planificación y Diseño del Paisaje, a quienes concientiza sobre estas problemáticas: “Hacemos un recorrido por un paisaje natural de la Pampa Ondulada dominado por el delta y los pastizales del Río Luján. Vemos la lomada con su vegetación y el arroyo con sus meandros típicos, hasta que llegamos a ver cómo ese paisaje es irrumpido por emprendimientos inmobiliarios (countries) que canalizaron y limitaron los cursos de agua, creando un paisaje foráneo que no tiene nada que ver con el original”.
“Allí el paisaje de la Pampa Ondulada dejó de ser regido por causas naturales y ahora todo obedece a la acción del hombre. Levantaron tres metros el nivel del valle para hacerlo habitable, sin advertir que ese área corresponde a un valle entero que se extiende a lo largo de 40 kilómetros y que río arriba involucra a otras urbanizaciones o emprendimientos productivos. El agua que antes desagotaba en 30.000 metros, ahora tiene que hacerlo en apenas 20. Es decir que si pasa como en La Plata, con el arroyo Del Gato, acá el agua sube cuatro metros y, en vez de desaguar en tres días, demora un mes y medio en poder hacerlo. En este caso, sólo existe la ventaja de que no hay una población urbana en los alrededores”.
“Las urbanizaciones ejemplificadas son sólo algunas de las que se ubican alrededor de Buenos Aires. Un 70% de ellas están establecidas sobre valles fluviales o cerca de ellos”, dijo León, citando un trabajo de investigación de Irene Fabricante, realizado en 2012. “Igual que en el valle del Río Reconquista, estos emprendimientos se caracterizan por haber sido levantados en terrenos de bajo costo, que luego recibieron una gran inversión y finalmente obtuvieron una alta rentabilidad, sin tener en cuenta una adecuada planificación del paisaje”, concluyó.
Decía que es necesario tener conocimiento del lugar donde se va a planificar, por ejemplo, conocer sobre el movimiento de las aguas como del tiempo en estos movimientos se dan en ese lugar.