(SLT-FAUBA) En la Argentina existen más de 1600 establecimientos dedicados a la producción intensiva de carne bovina en feedlots. La actividad creció fuertemente entre 2008 y 2010, impulsada por las compensaciones económicas otorgadas desde el Gobierno nacional. Sin embargo, su sustentabilidad ambiental es cuestionada debido a la gran cantidad de efluentes que se generan en los corrales y a su impacto ambiental.
Un informe elaborado por investigadores la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) advierte sobre vacíos legales e incongruencias que existen en las normativas que regulan la actividad de los feedlots, sobre todo en lo que respecta al tratamiento y la descarga de efluentes que se concentran en corrales de engorde, lagunas, canales de acumulación y campos agrícolas aledaños.
Según este trabajo, la falta de reglas claras provoca que, en muchas ocasiones, no se utilicen buenas prácticas de manejo necesarias para la sustentabilidad ambiental, afirmó Ana García, investigadora de la cátedra de Química Analítica de la FAUBA, para quien “el gran desarrollo de esta actividad – sobre todo en la Pampa Húmeda, donde se concentra el 80% de los feedlots- pone en peligro los recursos hídricos, convirtiéndola en fuente puntual de contaminación”.
“Los mayores problemas se generan tras una lluvia de gran intensidad o en épocas en donde la cantidad de efluentes generado puede superar la capacidad de almacenamiento y utilización. En estos casos habría que pensar hasta dónde podría aplicarse una descarga en un curso superficial de agua”, explicó.
El documento de la FAUBA, elaborado por García, Ileana Ciapparelli y Santiago Fleite, propone implementar una regulación integral que incluya un plan de manejo de nutrientes, la descarga en suelos y la reutilización de los efluentes como fertilizantes orgánicos, y apunta a establecer permisos de descargas en cursos superficiales de agua acordes a su capacidad asimilativa y a las tecnologías disponibles para el tratamiento previo.
Contradicciones legales
El informe elaborado por los investigadores de la FAUBA llama la atención sobre la existencia de dos normativas que regulan la actividad de los feedlots en la provincia de Buenos Aires, con algunas contradicciones. Las normas señaladas son la Ley 5965, de los años ´60 (con su decreto reglamentario 2009/60 y su modificación 3970/90) y la Ley 12257 que crea el Código de Aguas y la Autoridad del Agua (ADA).
Según García, los parámetros establecidos por ADA en la resolución 336/2003 para la descarga de efluentes líquidos en cuerpos de agua superficial, colectoras cloacales y mar abierto, así como la absorción por el suelo, presentan debilidades: “Se establecen de manera general para todo tipo de efluentes (inorgánico u orgánico), sin considerar las características específicas de los residuos generados por cada industria. Ello implica ignorar el tiempo que un posible contaminante permanece inalterado o participando de reacciones hasta su degradación total”.
“Además, no se tienen en cuenta los caudales de descarga y el caudal del río, y tampoco se informa el criterio que los determina. Los niveles de descarga en cursos superficiales de agua propuestos no responden a los niveles guías de los parámetros de calidad de agua del cuerpo receptor y menos aún a su capacidad asimilativa, como lo establece la Ley 5965”, explicó.
Al comparar las reglamentaciones, también se encontraron divergencias en cuanto a los niveles de vuelco. “La Ley 5965 tiene en cuenta la calidad del agua del cuerpo receptor y su capacidad asimilativa. En este caso el nivel de vuelco se determinaría aplicando modelos para establecer la descarga máxima total diaria (no explícito en la ley), realizando un verdadero proceso de análisis de los efectos ambientales locales. Además, brinda pautas para el diseño de tratamiento. En cambio, si bien la normativa más reciente dice tener en cuenta la Ley 5965, establece valores fijos de límites admisibles de los parámetros de vuelco y no da pautas para el nivel de tratamiento que se espera”.
El resto de la legislación disponible sobre efluentes y su disposición se refiere casi exclusivamente a aquellos de origen industrial, quedando excluida la actividad feedlot. Así, las contradicciones marcadas adquieren mayor relevancia aun, porque componen la única forma regulatoria sobre la actividad. Por consiguiente, que las normativas no sean claras, ni compatibles deja a los feedlots en una situación muy compleja de operación, e involucra un riesgo ambiental potencial muy elevado.
Alternativas sustentables
El informe de la FAUBA también brindó una serie de recomendaciones técnicas para favorecer la puesta en marcha de sistemas ganaderos de encierre a corral sustentables desde el punto de vista ambiental, en función del tamaño de las explotaciones, la cantidad de residuos y su disposición final.
Una de las posibilidades de destino del efluente generado por los animales es utilizarlo como fertilizante orgánico. De este modo se pueden reutilizar los nutrientes remanentes del sistema e incrementar la producción de cultivos, cerrando el circuito productivo.
Cuando no se dispone de terreno suficiente para esta práctica, los efluentes pueden volver a utilizarse en otras actividades, transformándolos en biocombustibles, por ejemplo. O bien pueden descargarse en un curso de agua superficial después de un tratamiento que les permita alcanzar los niveles de calidad establecidos en las reglamentaciones, tras considerar la capacidad asimilativa del curso receptor.