(SLT-FAUBA) Durante los últimos años, en distintas regiones de la Argentina se comenzó a convertir en una realidad la posibilidad de generar energía eléctrica a partir de plantas de biogás que procesan residuos orgánicos de las ciudades y del campo. Algunas de estas experiencias ya están abasteciendo a las redes de distintas ciudades de las provincias de Buenos Aires y Córdoba, y empiezan a llamar la atención y generar interés a gran escala.
No es casual que en la reciente exposición de La Rural, el galardón de oro de los premios a la innovación CITA (organizado por Revista Chacra, CAFMA y SRA) haya recaído en el establecimiento La Micaela, que integra agricultura, ganadería, biogás y energía eléctrica en la localidad bonaerense de Carlos Tejedor, a partir de un proyecto desarrollado por la empresa Biogás Argentina, incubada por la Facultad de Agronomía de la UBA, en IncUBAgro.
Se trata de un establecimiento que integra la agricultura con la ganadería, produciendo sus propios granos y forrajes para alimentar a los 500 vacunos de un feedlot. Este sistema permite recoger el estiércol y trasladarlo a un biodigestor de hormigón, con una capacidad de 450 metros cúbicos y un domo que almacena 250 metros cúbicos de gas. El biogás generado luego se transforma en energía eléctrica. Así es como desde febrero de 2016, ya están inyectando más de 200 kilowatts al día en la red de un pueblo de 5.000 habitantes, con una capacidad para producir 1000 kw diarios, a corto plazo.
“El CITA de Oro de este año fue seleccionado en virtud de la actual problemática en materia energética que está atravesando el país, y por la necesidad de generar mano de obra y valor agregado en origen, involucrando también mayor cantidad de maquinaria tecnificada para lograr un tipo de producción sustentable. En este sentido, el jurado destacó el impacto en lo productivo, social y económico del proyecto”, destacaron desde la organización del certamen.
Tecnología probada y disponible
“Estoy muy contento con el premio porque es un reconocimiento a mucho esfuerzo y un incentivo a seguir innovando y creciendo”, dijo el productor Luis Antonio Urdangarin, propietario de La Micaela. Y añadió: “Hice el proyecto para salir del círculo vicioso de contaminar el campo y consumir recursos no renovables para pasar a un circulo virtuoso de producción sustentable”.
“Nos venimos presentando a los CITA desde 2012, cuando se incorporó a los premios las energías alternativas, por la necesidad creciente que impulsa el consumo. Finalmente este año no sólo logramos ganar en nuestra categoría, sino que también nos dieron el de oro”, señaló con entusiasmo Martín Pinos, socio fundador de Biogás Argentina, y agregó: “Desde entonces, ese proyecto inicial creció mucho. Hemos podido hacer una planta a gran escala que está generando energía eléctrica y se está subiendo a la red del pueblo”.
¿Cómo funciona el proceso? “Son distintas etapas. Primero recolectamos el sustrato orgánico (efluentes industriales que pueden ser, por ejemplo, el estiércol del ganado vacuno) y lo procesamos en un reactor anaeróbico donde básicamente se produce una fermentación. Bajo estas condiciones y con esos sustratos, el metabolismo propio de los microorganismos favorece la producción de gas metano y dióxido de carbono. La mezcla de estos dos gases se denomina biogás, un combustible que se puede utilizar con fines térmicos, ya sea calefacción, calderas, estufas o procesos industriales. También se puede usar en un grupo electrógeno como el que instalamos en Carlos Tejedor para generar energía eléctrica que podemos subir a la red de un pueblo”, explicó Pinos.
Lo cierto es que a partir de este proyecto, desde comienzos de este año el establecimiento La Micaela junto con Biogás Argentina están entregando constantemente energía de la red, disponible para los usuarios de la cooperativa local.
Actualmente la empresa está poniendo en marcha una nueva planta de biogás en una escuela agrotécnica de la localidad de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires. Allí van a hacer el tratamiento de diversos residuos agropecuarios, como el estiércol de porcinos, de vacunos de un tambo y de gallinas ponedoras.
“La tecnología está probada y disponible. Ahora estamos avanzando para que se replique en otros establecimientos y pueblos”, aseguró Pinos.
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