Horacio Guaraní y la ciencia en la Argentina

La inversión de nuestro país en el sector científico se mantiene rezagada en comparación con los estándares globales. Con datos del Banco Mundial, un estudio de la FAUBA pone números a la situación y alerta sobre la continuidad de esta tendencia.

(SLT-FAUBA) La inversión en ciencia es crucial para el desarrollo. Sin embargo, la Argentina enfrenta un estancamiento significativo desde hace décadas. Entre 1996 y 2021 destinamos en promedio 0,5% de nuestro Producto Bruto Interno (PBI), mientras que el mundo oscila entre 2% y 2,7%. Naciones como Estados Unidos, Canadá y Brasil destinan al desarrollo científico una parte sustantiva de su PBI. Daniel Miralles, profesor de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) e investigador del CONICET, se refiere a los recortes presupuestarios que hoy afectan aspectos esenciales de la investigación nacional.

Una canción muy conocida de Horacio Guaraní dice en su primera estrofa: “Caballo que no galopa va derecho al pisadero”. Esto mismo se puede aplicar a la ciencia en nuestro país.

Desde hace muchos años, la inversión de la Argentina en ciencia no galopa; más bien, va a tranco lento. Tomando los datos del Banco Mundial para el período 1996-2021, invertimos entre 0.4% y 0.6% de nuestro PBI, mientras que en el mundo, la inversión promedio en investigación y desarrollo de todos los países para el mismo lapso se ubicó entre el 2% y el 2.6% del PBI.

Entre 1996 y 2021, la inversión promedio en ciencia y desarrollo en el planeta osciló entre 2 y 2,6% del Producto Bruto Interno. Fuente: Banco Mundial (bancomundial.org)

Entre 1996 y 2021, la inversión promedio en ciencia y desarrollo en el planeta osciló entre 2 y 2,6% del Producto Bruto Interno. Fuente: Banco Mundial (bancomundial.org)

A nivel de continentes, América del Norte, Asia-Pacífico y la Unión Europea son, en ese orden, los que destinan mayor porcentaje del PBI a ciencia y desarrollo: entre 1,7 y 3,2%. Mientras tanto, Latinoamérica destina alrededor del 0.5% del PBI.

Por otro lado, dentro del continente americano, Canadá y Estados Unidos son quienes dedican la mayor proporción de sus PBI a la ciencia, entre 2% y 3,5%. Mientras tanto, en Sudamérica, Brasil se diferencia del resto de los países de la región por el alto porcentaje de su PBI destinado a la ciencia y el desarrollo.

Porcentaje del PBI invertido en ciencia y desarrollo en diferentes regiones del mundo (panel superior) y en diferentes países del continente americano (panel inferior). Fuente: Banco Mundial

Porcentaje del PBI invertido en ciencia y desarrollo en diferentes regiones del mundo (panel superior) y en diferentes países del continente americano (panel inferior). Fuente: Banco Mundial

¿Cómo es la situación en Europa? Si para el período 2019-2021 consideramos la inversión promedio de diferentes países, vemos que la mayoría invierte en ciencia y desarrollo entre 1,5 y 3,2% de su PBI. Y del continente asiático y Oceanía, Israel es el país con mayor inversión en ciencia y desarrollo, con casi el 5,5% de su PBI. Por su parte, en el continente sudamericano y para el mismo período, Brasil destinó el 1.2% de su PBI a promover su desarrollo científico, casi 2.5 veces más que lo destinado por la Argentina.

Porcentaje del PBI destinado a ciencia y desarrollo en diferentes países para el período 2019-2021. Fuente: Banco Mundial

Porcentaje del PBI destinado a ciencia y desarrollo en diferentes países para el período 2019-2021. Fuente: Banco Mundial

No sería casualidad que el lector intente asociar la inversión en ciencia y desarrollo con otras variables de la economía como, por ejemplo, el salario mínimo o el ingreso per cápita. Eso llevaría a la conclusión de que ambas variables están vinculadas con el estándar de vida medio de los habitantes de un país.

En nuestro país pasaron diferentes administraciones con distintas visiones políticas e ideológicas. A la luz de los datos, entre 1996 y 2021 ninguna mejoró de manera sustancial la inversión en ciencia y desarrollo. Al menos, tomada como porcentaje del PBI.

La situación actual es aun más compleja debido al considerable recorte de fondos destinados a ciencia y desarrollo. Los proyectos científicos dependientes del ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación dejaron de pagarse regularmente, y tampoco se cumplió en tiempo y forma con el desembolso del dinero y la ejecución de los proyectos aprobados por las comisiones asesoras de dichos proyectos.

Otros aspectos muy básicos para cualquier investigador también fueron interrumpidos. Por ejemplo, los buscadores de literatura internacional Science Direct o SCOPUS, que permiten la descarga de trabajos científicos. Esto implica un claro retraso en el desarrollo científico-tecnológico.

Tomando los datos publicados por el CONICET, el porcentaje del total del presupuesto destinado a becas de investigación entre 2016 y 2023 osciló entre el 22 y el 24%. A esto hay que sumarle que hoy, los presupuestos para salarios están recortados, ya que un becario doctoral cobra entre 620 y 650 dólares mensuales, considerando el dólar MEP.

En este escenario resulta muy complejo vislumbrar un futuro promisorio para la ciencia en la Argentina. Sin embargo, y con cierto grado de optimismo, como dice Horacio Guaraní en la anteúltima estrofa de su canción: “Soy jinete de la noche, algún día aclarará, sólo le pido a mi tierra, que no me quiera olvidar”.

Daniel Miralles
Profesor de la cátedra de Cerealicultura (FAUBA) e Investigador Superior del CONICET.

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