(SLT-FAUBA) Cuando Mariano Devoto, docente de Botánica General en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), habla de ‘bordes’ de lotes o de caminos rurales, se refiere a aquellas áreas no ocupadas por cultivos. A veces son angostas como las franjas pegadas a los alambrados; otras, más amplias, asociadas a banquinas o a vías del tren. Tales ambientes suelen recibir manejos agronómicos que perjudican a la flora y la fauna benéficas. En particular, se ve afectada la polinización, un proceso clave en la generación de las semillas o los frutos que luego, eventualmente, cosecharemos. En un trabajo reciente en la Región Pampeana, Devoto y colaboradores determinaron en qué medida estos bordes son fundamentales para el servicio ecosistémico de polinización, y propusieron manejos que ayuden a preservarlos.
“Los insectos polinizadores necesitan un hábitat donde construir sus nidos, reproducirse y alimentarse. Su alimento, justamente, se lo proveen las flores, muchas veces como néctar —que es un jugo azucarado— o también como polen. Por eso, algunas prácticas como aplicar insecticidas y herbicidas, o reducir el tamaño de los bordes en general pueden ser muy dañinas para los polinizadores y para su hábitat”, afirmó Devoto, quien también es investigador del CONICET.
“Aplicar esos agroquímicos en los bordes y las banquinas disminuye tanto la cantidad de insectos como de las plantas que les brindan los recursos necesarios para vivir. Pero este mismo impacto negativo también ocurre al cortar con maquinarias muy seguido las plantas de las banquinas o al reducir el ancho de estos bordes, o directamente al eliminar las franjas vegetadas. En nuestro estudio pudimos evaluar cómo estos manejos impactan en la polinización”, destacó el docente.
En este sentido, Devoto comparó este proceso con un servicio de delivery en el que los insectos llevan granos de polen desde las partes masculinas de las flores hasta las femeninas. “Se puede medir la calidad del delivery. Por ejemplo, si los insectos ‘mezclan los pedidos’ —es decir, si llevan el polen de una especie vegetal a otra—, la fertilización se malogra. O cuánto demoran, ya que el polen puede llegar muerto. O si se comen parte del polen en la flor de origen, lo que sería parecido a pedir una pizza y que nos lleguen menos porciones… Todo esto pudimos evaluarlo a campo”.
Las banquinas merecen más cuidados
“En el trabajo que publicamos en la revista Agriculture, Ecosystems & Environment evaluamos cuán importantes son las banquinas para la polinización”, comentó Marcos Monasterolo, doctorado en la Escuela para Graduados de la FAUBA bajo la dirección de Devoto y de Santiago Poggio, docente de la FAUBA. “Lo realizamos en los alrededores de la Ea. San Claudio, de la UBA, en el centro de la provincia de Buenos Aires. Allí estudiamos banquinas de caminos de tierra con poco a mediano tránsito y analizamos el paisaje que rodea a estas banquinas, incluyendo campos cercanos cultivados o con pasturas”. Marcos es autor principal del estudio junto con Mariano Devoto, Santiago Poggio y Diego Medan, también docente de esa Facultad.
“Entre los principales resultados que obtuvimos, encontramos que el servicio ecosistémico de polinización que reciben las plantas dentro de las banquinas es mejor cuando estos espacios poseen mucha cantidad de flores. Este aumento beneficia más a aquellas plantas que tienen las flores más atractivas por sobre otras plantas con flores menos atractivas. Éstas pueden ver reducida su polinización hasta un 30%”, sostuvo.
Otro hallazgo clave del trabajo de Monasterolo y colaboradores fue que cuando los bordes de los caminos tenían numerosas especies vegetales y muchas flores —un hábitat muy favorable—, los insectos preferían no volar muy lejos, polinizando allí mismo y en los campos cercanos bajo pastoreo. Según Marcos, allí los polinizadores tenían todo ‘a mano’.
“Además, vimos que los polinizadores no hallaron tan atractivos los cultivos vecinos de maíz o soja, ya que los visitaron sólo en el 25% de los casos. Esto fue así sobre todo porque en esos lotes inmensos las distancias a recorrer son larguísimas”, dijo Monasterolo, y agregó que ambos cultivos estarían funcionando como barreras para el servicio de polinización.
Por su parte, Devoto resaltó que llevaron a cabo las investigaciones con fondos de la UBA, de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, de la Fundación Banco Galicia y del programa de Paisajes Multifuncionales, de Syngenta. “Esto refleja el interés creciente que existe por estos ambientes y los servicios ecosistémicos que brindan al sistema agrícola”.
¿Qué hacemos con los bordes?
“Nuestro trabajo mostró que en los sistemas agrícolas extensivos de la Región Pampeana sería fundamental conservar los bordes, ya que son unos de los pocos ambientes naturales o seminaturales que existen en este paisaje tan alterado por el ser humano. Incluso, algunas banquinas de caminos rurales hasta están cultivadas…”, puntualizó Monasterolo.
¿Se debería renovar la visión de los bordes de lotes y caminos? Según el investigador, es frecuente considerarlos como fuentes de malezas o de plagas. La idea detrás de su reciente publicación es promover manejos agronómicos que preserven los bordes. “Los resultados indican que estos ambientes deberían ser tratados adecuadamente, manejando características como la cantidad de plantas y la diversidad de flores y de especies vegetales”.
“Planteamos dos prácticas agronómicas al alcance de los y las productoras. Una es manejar el número de especies de plantas y flores dentro de las banquinas. Para ello se podrían alternar franjas cortadas y no cortadas de plantas con alta densidad de flores atractivas para los polinizadores. Esto beneficiaría a las especies vegetales con menor densidad de flores y aumentaría la eficiencia de la polinización”, indicó.
“El otro manejo apunta a que la polinización no se concentre en los bordes y que mejore dentro de los cultivos. Nuestra propuesta es sembrar y mantener en los lotes franjas lineales de plantas atractivas para los insectos. De ser posible, de la zona o de las banquinas, aunque también pueden ser cultivadas, como tréboles o achicoria, que son bien atractivas. Creemos que la soja, la colza y el girasol se beneficiarían con la mayor actividad de los polinizadores”, concluyó Monasterolo.
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