(SLT-FAUBA) La pérdida y el desperdicio de alimentos es un problema global con graves consecuencias sociales y ambientales. Solo en América Latina, cada año se pierden 127 millones de toneladas de alimentos, ya sea en la cadena de producción o luego del consumo. Para solucionar esta problemática se deben generar manejos sostenibles de los residuos, orientados a desperdiciar menos alimentos y a recuperar materiales para darles nuevos usos. Por esto, resulta clave determinar la cantidad y la composición de los residuos. En este sentido, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó los residuos de una institución a fin de establecer posibles estrategias de manejo en el marco de la economía circular.
El estudio se llevó a cabo en el astillero Río Santiago, el más grande de la Argentina y uno de los más importantes de América Latina. Marta Zubillaga, docente de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes (FAUBA), comentó que el comedor de la institución genera alrededor de 800 kilogramos por día de residuos, de los cuales 600 constituyen pérdida y desperdicio de alimentos. “Contar con esta información nos permitió proponer alternativas para un manejo sustentable de los residuos cuyo destino final hoy es el relleno sanitario”, comentó.
Nada se tira, todo se transforma
El astillero Río Santiago está ubicado en la provincia de Buenos Aires y ocupa 229 hectáreas. Allí hay una escuela técnica y un comedor que a diario alimenta a 3000 personas, entre estudiantes y operarios. “Lo primero que hicimos fue acercarnos a la institución para plantearles nuestra propuesta, y ellos se mostraron muy predispuestos. Entonces, establecimos un protocolo de muestreo que nos permitió establecer los flujos de los residuos, es decir, dónde y cuándo se generaban”, señaló Marta.
Una vez realizado el muestreo, la investigadora explicó que procedieron a clasificar los residuos en húmedos —que corresponden a los restos de alimentos—, secos —materiales como papel, cartón, vidrio y plástico— y mixtos —que son los residuos que no se separaron y ya no se pueden diferenciar—. “Encontramos que del total de residuos que se generan por día, 15% son secos, 12% son mixtos y 73% son húmedos”. Los resultados de Marta y colaboradores están publicados en la revista científica Ecología Austral.
Para elaborar estrategias de manejo de residuos húmedos se necesita conocer su composición química. Por eso, luego de hacer la clasificación se tomaron muestras para analizar en el laboratorio. El análisis determinó que los residuos tenían un pH ligeramente ácido y un contenido elevado de humedad, carbono, fibras y proteínas.
Soluciones para una economía circular
Según Zubillaga, las características químicas mencionadas permiten que los residuos húmedos se usen en distintos procesos de transformación biológica. “Por ejemplo, con estos residuos se puede hacer compostaje, un proceso de digestión aeróbica —es decir, en presencia de oxígeno—, y por el cual se obtiene una sustancia orgánica que sirve para nutrir los suelos. Otra alternativa es la digestión anaeróbica —en este caso, sin oxígeno—, que da como producto biogás. Y finalmente, por su alto contenido de fibras y proteínas, estos residuos también se pueden usar para producir piensos para la alimentación animal”.
Marta sostuvo que la fracción seca requiere un tratamiento específico. Los residuos secos deben separarse según el material y reciclarse siguiendo el principio de las 3R: reducir, reciclar y reutilizar. Por otro lado, con la fracción mixta se debe hacer separación en origen. Esto implica diferenciar los residuos en húmedos y secos, y separar los distintos materiales. “Esto se puede lograr mediante capacitaciones, campañas de sensibilización y uso de botes diferenciados para disponer cada tipo de residuo”.
Estas son algunas de las muchas soluciones que se pueden implementar para realizar una gestión sustentable de residuos en instituciones incluso tan grandes como el astillero Río Santiago. Actualmente, la problemática de los residuos está contemplada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por Naciones Unidas. Específicamente el objetivo 12 aborda la cuestión de la producción y el consumo responsable, según la docente.
Zubillaga concluyó diciendo que “la Argentina no está ajena a esta problemática y existen algunas políticas públicas dirigidas a cumplir con este objetivo. Entre ellas, en 2018 se reglamentó el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos (Ley Nacional 27454). Es importante cumplir estas normativas teniendo en cuenta que la meta establecida en los ODS para el 2030 es reducir la pérdida y los desperdicios de alimentos a la mitad”.
Hola! Trabajo en el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos de la Secretaría de Agricultura Ganadería y Pesca y me encantaría establecer contacto con Marta Zubillaga que desarrolló este proyecto. Podrían compartirme su contacto o acercarle el mío? gracias!
Hola Natalia! Cómo estás? Ya te contactamos. Un abrazo